Un pequeño pajarito café, de esos que caben en una mano, sin mayor chiste ni elegancia, tuvo la enorme fortuna de encontrarse con una bolita de pan. Era un pedacito del tamaño de una uva, que alguien dejó caer en la calle. Comparado con el animalito, el alimento era casi de la mitad de su tamaño y para esa pequeña ave representó el gran alimento que el Buen Dios da a sus criaturas, un verdadero banquete.
Lo picoteaba con alegría en esa fresca mañana, pues le daría energía para todo el día. Pero mis pasos me acercaron a la escena y un metro antes de llegar: ¡puf! el pajarito voló dejando en el suelo su gran tesoro, protegiendo su vida de mi amenazante cercanía.
Gran lección me dio esa pequeña ave: la vida es lo primero, lo más importante, más valiosa que todas las posesiones.
¿Por qué nos olvidamos de esto tantas veces? ¿Por qué hay chicas que ponen la supuesta belleza de su cuerpo antes de su vida? ¿Por qué hay personas que matan a sus propios hijos por una virtual mejor condición económica? ¿Por qué no aprendemos un poquito de la naturaleza?
martes, 18 de mayo de 2010
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