jueves, 15 de abril de 2010

Quiero agradecer a mi vecina

No sé tu nombre, no te he visto nunca, pero para llegar a mi casa paso por la tuya todos los días y quiero agradecerte por la hermosa enredadera de rosas que adorna la reja de tu entrada formando un inigualable muro que embellece la calle.

La he visto crecer poco a poco y ahora, en esta primavera, está maravillosa. Llena de rositas en tono pálido, algunas son pequeños botones, otras están en su adolescencia, otras en el esplendor de su madurez y otras más en el ocaso.

Me encanta pensar que tu, sin darte cuenta, haces una verdadera obra de caridad al darnos a los transeúntes ese regalo todos los días, el cuidarla y regarla es un acto de generosidad para todos tus vecinos.

Ojalá que todos hagamos esos actos pequeños, consciente o inconscientemente, por nuestro entorno, con nuestras sonrisas, nuestra cortesía, nuestro paso por la vida; sembrando, regando, cuidando, amando. 

¡Que el mundo sea mejor porque estamos aquí!

miércoles, 14 de abril de 2010

¿Quieres tus huevos con muertos o con desaparecidos?

¡Argh!
¿Cancelaré mi suscripción al periódico? Es que me está amargando el desayuno. Es cierto que el mundo está "patas pa'rriba", el crimen inunda la sociedad, la guerra contra el narcotráfico es tremendamente sangrienta, hay muerte, pobreza, dolor, inmundicia en todas partes. 

Los comunicadores quieren y deben comunicar, pero creo que les está faltando tacto y creatividad para no voltearnos el estómago cada mañana. Una habilidad social muy útil es la empatía, ponerse en el lugar del otro al hablar con el, decirle las cosas de manera que las reciba de la mejor forma. ¿Porqué los periodistas y los editores no buscan ser empáticos con sus lectores? No creo que a nadie le guste que le aderecen los corn flakes y el café con descabezados, ejecutados, secuestrados y desaparecidos.

Estoy segura de que si surgiera un periódico que informe, pero que presente las noticias de modo menos agresivo, menos violento, muchas personas lo compraríamos. No es que no queramos saber lo malo, pero no nos lo avienten así de feo.

 

lunes, 12 de abril de 2010

El dolor de la amiga

CANCER: la temida palabra. Cuando una amiga la repite varias veces por teléfono parece que poco a poco se va haciendo más real.

Su esposo tiene cáncer, está enfermo de cáncer, es un cáncer muy agresivo, se le ha presentado como un cáncer asintomático, su papá murió de cáncer, le darán un tratamiento nuevo contra el cáncer, pensaba que la que enfermaría de cáncer sería ella...

Así, a sus 48 años y con un estado de salud envidiable llegó la enfermedad a su pareja, y ella aún no llora, arregla clósets, resuelve pendientes, mueve papeles, ¿por qué será que a las mujeres nos da la fiebre del activismo ante la crisis? Ella va y viene, todo el día, para no tener nada atrasado, por lo que pudiera suceder. 

Ahora su vida se ha dividido como la historia de la humanidad: Antes de cáncer - Después de cáncer. La incertidumbre la gobierna: ¿qué pasará? ¿sobrevivirá? ¿cómo lo pasarán los niños? ¿tendrán un futuro juntos?

A la amiga sólo le pide oraciones, muchas oraciones, por él, por ella, por sus hijos.

Yo rezaré como me lo ha pedido y, si tengo la oportunidad,  prestaré mi hombro para que broten las pesadas y profundas lágrimas que ahora tiene el corazón de mi querida amiga Ana.


domingo, 11 de abril de 2010

El hombre llega hasta donde la mujer lo deja

Así me decía mi madre, y a ella se lo dijo mi abuela, y a mi abuela se lo dijo mi bisabuela, y mis tías se lo dijeron a mis primas, y mis amigas a sus hijas, y yo a las mías.

Las mujeres siempre nos preocupamos por transmitirnos esa "máxima moral", pero ahora, al ser mamá de un chico, me pregunto: ¿y los hombres qué opinan al respecto?

Si responden que están de acuerdo, admiten instantáneamente que son animales desbocados, que no tienen voluntad, que lo que ellos quieren con una chica, con una novia, es sexo, no hay de otra. Ellos van a buscar la forma de lograr mayores libertades en la intimidad con la mujer que tengan frente y de ella, y sólo de ella, dependerá frenarlos.

Sorprendentemente me he encontrado con algunos hombres, tesoros invaluables, que no están de acuerdo con esa contundente afirmación. Reconocen que son sus valores, su inteligencia y su voluntad lo que los hace tomar decisiones, no sus hormonas e instintos.

Por décadas y siglos las mujeres hemos menospreciado la voluntad y valentía de los hombres, llevándolos a creer que "el hombre llega hasta donde la mujer lo deja". Los que lo han creído perdieron mucho de su ser personas con inteligencia y voluntad propias, los que no lo han creído han demostrado su verdadera hombría.