martes, 22 de febrero de 2011

De sirenas, Dios y el colibrí


Hoy escuché a alguien decir que creer en Dios es como creer en las sirenas, pues ninguno de los dos existen y son absurdos creados por la imaginación del hombre.

Hay muchas cosas que contestar a esa aseveración, y las respuestas que se dieron en el contexto fueron excelentes, pero hace unos minutos presencié la mejor de ellas: un pequeñísimo colibrí voló para comer de un dispensador a un metro de mi mirada.

¿Por qué existen los colibríes? ¿Para qué existe ese pequeño animalito que revolotea en mi patio?

Me fascinó ver su cola moviéndose como si estuviera barriendo el aire, sus alas ultra veloces agitándose y haciéndose casi imperceptibles y su afilado pico insertándose con precisión en el agujero del néctar que un ser humano le regala desinteresadamente.

Ese pájaro no podría ser obra de la casualidad evolutiva, ¿a qué casualidad evolutiva se le podría ocurrir crear a un ser así de raro? ¿para qué? ¿cuál será su papel en la cadena alimenticia de mi entorno? ... ¡ni idea!

Ese es el punto, en mi cabeza no hay respuestas a esas preguntas, porque mi cabeza es casi del tamaño de la avecita comparada con la "cabeza" del que se le "ocurrió" "inventarnos a los dos".

Dios nos trajo a ambos a la existencia, yo lo percibo y él no, pero aquí estamos compartiendo este espacio y este tiempo de una manera maravillosamente misteriosa. Solo Dios puede hacer algo así, sorprendernos así, fascinarnos así.

Yo no sé para que existen los colibríes, pero el que hoy vino a visitarme fue creado para que esta tarde comprendiera un poquitito más quién es mi Creador, eso me queda claro.


Al final de mis pseudo-reflexiones no pude menos que reírme pues apareció en el escenario ¡una largartija!

viernes, 11 de febrero de 2011

¡Ya fabrican felicidad!


¿Ya te enteraste? ¡Ya hay una fábrica donde producen felicidad! Lo único que tienes que hacer es "destaparla".



De veras que está de locos esta última campaña de Coca Cola, donde se muestra como la redentora de la humanidad al proveerla de felicidad en botellas con líquidos burbujeantes.

Con tantos anuncios y frases en torno al tema se están queriendo convertir en el monopolio del mayor anhelo de todo ser humano: ser feliz.

Por supuesto que todos sabemos que ninguna bebida, ni con alcohol ni sin alcohol, te da la felicidad. Por supuesto que todos sabemos que la nueva campaña del refresco de cola es solamente una estrategia de mercadotecnia. Pero ¿por qué han decidido tomarse esta atribución? ¿por qué optaron por jugarse el todo por el todo bajo esta línea?

Yo pienso que es porque los clientes estamos mostrando a los cuatro vientos, que no la estamos consiguiendo, que estamos fracasando en ser felices y ellos rápidamente "pretenden resolver" esa necesidad. Y lo logran asociando en nuestro subconsciente a su producto con nuestra principal meta.

Hay que hacernos conscientes de que, ya que sabemos que la felicidad no viene embotellada, nos toca a cada uno de nosotros luchar por ser felices. Levantarnos cada mañana con la determinación de caminar por acercarnos a esta meta que se realiza en el logro de muchas pequeñas "pre-metas" a lo largo de nuestra vida.

Ser felices de la forma más segura: haciendo felices a los demás, a todos los demás, ¡a los más posibles!

Tomemos nuestra felicidad en nuestras manos, saquémosla de la categoría de anhelo y hagamos de ella nuestro principal proyecto. No permitamos que unos camiones rojos pretendan repartirla, pues siempre será un logro individual de cada ser humano.

¡Destapa tu felicidad! ¡la propiamente tuya!

martes, 8 de febrero de 2011

¿Es moral, amoral o inmoral?

Hoy tomemos a "El Príncipe" de Maquiavelo, y filosofemos un poquito.

Primera pregunta: ¿se vale? ¿es factible filosofar en torno a esta obra que no es, ni pretende ser filosófica?

¡Claro que sí! estoy convencida de que el punto de la Filosofía es filosofar acerca de todo, por eso es "la ciencia de todas las cosas" hasta del Príncipe, de la Coca Cola, del matrimonio, en fin, ¡todas las cosas!

Segunda pregunta: ¿si la intención de Maquiavelo no era moralizante, ni siquiera moral, se vale juzgar a su obra moralmente?

¡Claro que sí! pues los lectores del siglo XXI, XX, XXII, XIX... en fin, cualquier lector, puede hacer un juicio moral de las obras que lea, ¿por qué no? Si todos los lectores nos diéramos a la tarea de aplicar un juicio moral a todas nuestras lecturas, seguramente nuestra conducta sería mejor, en todos los campos y todos los sentidos.

Tercera pregunta: ¿cuál es el carácter moral del Príncipe?

En esta obra se aconseja, para conservar el poder, mentir, fingir, matar y otras linduras así, por lo tanto, en esta sociedad y en todas las demás, es un libro inmoral, es decir, va en contra de la moral, del bien, de la persona.

Cuarta pregunta: ¿por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?

lunes, 7 de febrero de 2011

Quiero ser constante

Hace varios meses abrí este blog para juntar aquí mis reflexiones. Pero hace muchas semanas que no publico nada, nada. ¿Será que he dejado de reflexionar?

No, no es eso. Precisamente reflexionando llegué a la triste conclusión de que si he dejado de postear es por inseguridad.

Nunca había pensado en la inseguridad como un claro defecto, pero sí que lo es. La duda, y no la cartesiana que en su sentido estricto es muy buena y útil, hace que no me decida respecto al tema a tratar. ¿Es relevante? ¿es demasiado personal? ¿qué va a pensar alguien que lo lea? ¿lo enlazaré a facebook? ¿si no lo enlazo, entonces para qué lo escribo?... y así han pasado días y días en los que no escribo por la sencilla razón de estar insegura.

Pero hoy he tomado la resolución de superarme en eso. Escribiré, total, ¡para la cantidad de basura que hay en el ciberespacio! Si colaboro en esa pseudo-contaminación virtual, les ruego me disculpen. Pero de todas formas no creo tener mucho de qué preocuparme, pues este espacio puede llegar a estar lleno de ideas y reflexiones, pero no de lectores, jejeje.

Así que ahí voy, animada por los blogers de lujo que suelo seguir, haré mis "pininos" como un ejercicio de virtud contra mis "miedos", ¡saltaré al agua! espero no salpicar mucho.