jueves, 15 de abril de 2010

Quiero agradecer a mi vecina

No sé tu nombre, no te he visto nunca, pero para llegar a mi casa paso por la tuya todos los días y quiero agradecerte por la hermosa enredadera de rosas que adorna la reja de tu entrada formando un inigualable muro que embellece la calle.

La he visto crecer poco a poco y ahora, en esta primavera, está maravillosa. Llena de rositas en tono pálido, algunas son pequeños botones, otras están en su adolescencia, otras en el esplendor de su madurez y otras más en el ocaso.

Me encanta pensar que tu, sin darte cuenta, haces una verdadera obra de caridad al darnos a los transeúntes ese regalo todos los días, el cuidarla y regarla es un acto de generosidad para todos tus vecinos.

Ojalá que todos hagamos esos actos pequeños, consciente o inconscientemente, por nuestro entorno, con nuestras sonrisas, nuestra cortesía, nuestro paso por la vida; sembrando, regando, cuidando, amando. 

¡Que el mundo sea mejor porque estamos aquí!

1 comentario:

  1. Esa vecina sí me cae bien, hay otras que todo lo contrario, pero mejor no hablemos de ellas... más que para decir que son el perfecto contra-ejemplo de esas preciosas rositas.

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